Cuenta Satélite de Cultura de la República Dominicana: oportunidades estratégicas para el diseño de políticas culturales


Una Cuenta Satélite está vinculada a las denominadas Cuentas Nacionales, que describen todas las transacciones en la economía de una manera contable, consistente y sólida, según los   estándares del   sistema de contabilidad de Naciones Unidas. Dado que la cultura no está claramente definida como una industria "formal" en la economía, existe la necesidad de identificar y extraer todo el contenido relacionado con la cultura de toda la economía y presentarlo de forma coherente, es decir, una cuenta satélite.

Las mediciones hechas a través de la Cuenta Satélite de Cultura proporciona información acerca del valor económico del sector cultural sobre la base de varios indicadores económicos, incluida la producción, las importaciones y exportaciones, el valor agregado y el consumo. Con esto, el país busca desarrollar un método para medir el impacto económico directo de la cultura de una manera estandarizada y comparable internacionalmente.

 La cultura, la creatividad, la innovación y el desarrollo económico están, por tanto, muy estrechamente vinculados. Sin embargo, en muchos casos todavía existe una actitud escéptica en los círculos económicos hacia el rol que juega la cultura y la creatividad en los procesos económicos. En las últimas décadas, el papel crítico de los sectores cultural y creativo en el desarrollo económico de muchos países ha encontrado un reconocimiento creciente. Con base en la investigación científica, se argumenta que los sectores cultural y creativo juegan un papel crucial en el desarrollo de la economía. Las cifras ilustran la creciente importancia económica en la generación de empleos y la participación de estos sectores en el Producto Interno Bruto (PIB).

La innovación tiene una clara dimensión cultural y creativa. Un buen clima cultural  ejerce una significativa y positiva influencia en la imagen de un país y un floreciente sector del arte y la cultura puede, a su vez, conducir a una mayor rotación en el sector del turismo, educativo y recreativo. Las ideas y conceptos que se desprenden de estos sectores podrían ser económicamente exitosos si se aprovechan al máximo. En la economía del conocimiento creativo, la capacidad humana para crear valor a partir de nuevos conceptos e ideas y haciendo uso de las posibilidades tecnológicas es el principal motor del crecimiento de la riqueza.

En el año 2010 se hizo un análisis por primera vez para conocer la importancia económica del sector cultural y creativo de la República Dominicana, que representó el 1.5% del PIB en términos de facturación anual de RD$30,665.40 millones. Cuatro años más tarde, el gasto en cultura ascendió a RD$41,265.60 millones, para un aumento de RD$10,610.30 millones adicionales, de acuerdo con datos dados a conocer por el Ministerio de Cultura y el Banco Central de República Dominicana. El sector también contribuye a nuestra economía fuera de las medidas económicas habituales de creación de valor. La presencia de una industria creativa es ante todo positiva para el clima de negocios. Al mismo tiempo, la presencia de una clase creativa puede ser un factor importante en la decisión de las empresas de establecerse en el país. Por lo tanto, la industria cultural y creativa puede hacer una contribución importante para aumentar la capacidad de innovación en los negocios y la industria tradicionales.

Una descripción del impacto económico de una actividad u objeto a menudo contiene indicadores no monetarios como el empleo y el número de empresas activas.  Esto puede generar confusión porque el impacto social es mucho más amplio que la interpretación dada en estudios como los que se han realizado a las industrias culturales y creativas en el país a través de la Cuenta Satélite.

El impacto social a menudo se reduce al empleo, mientras que también incluye factores como la salud, las habilidades cognitivas, el capital y la inclusión social. Debido a que el término análisis de impacto socioeconómico podría crear expectativas equivocadas, una nueva medición debería incluir un análisis de impacto económico en el sector cultura, a saber, qué valor genera la industrial cultural y creativa para la economía (ICC). Para poder evaluar si la ICC tiene potencial económico para República Dominicana, es importante observar cómo está organizado actualmente el sector. Esto significa que tendrá que haber una mayor coordinación a nivel de gobierno entre los asuntos económicos y los asuntos culturales.

Además de las características socioeconómicas, también es importante saber qué trayectorias se han definido desde el Estado y qué papel juegan las distintas autoridades con respecto al desarrollo de este sector. Esto también es fundamental cuando se formulan las recomendaciones de política que se derivan del análisis y resultados de la Cuenta Satélite de Cultura. Este sistema de medición proporciona un marco (es decir, define industrias y productos culturales), conceptos y definiciones que nos informan sobre la cultura en República Dominicana, así como sobre las   tendencias y las peculiaridades de   los   sectores creativos analizados.

La Cuenta Satélite de Cultura de la República Dominicana podría considerarse un instrumento estratégico y puede demostrar su valía en todo tipo de debates (valor económico, financiación, eficiencia, tareas básicas). Permite una comprensión profunda, en términos económicos, del sector, sus actores y actividades y permite encontrar respuestas a preguntas relacionadas con el valor económico y el potencial que tiene la industria cultural y creativa para una economía del país. Un clima cultural próspero hace que un país sea visto como un lugar atractivo tanto para empresas como para particulares. Las grandes ciudades en particular han desarrollado planes en los últimos años para aumentar el retorno económico de su potencial creativo y cultural. Estimular el espíritu empresarial, cultural/creativo está en la mayoría de las agendas políticas. En esa perspectiva, se trata ante todo de traducir estos resultados en oportunidades de mercado y elaborar lineamientos estratégicos desde el diseño de políticas socioculturales que promuevan la generación de nuevos productos y servicios asociados con un cierto valor de significado, ingrediente esencial para la innovación en la economía del conocimiento y la experiencia creativa.

La industria creativa como sector se puede definir de la siguiente manera: Todas las actividades que se basan o surgen de la propia creatividad, habilidades o talento y que finalmente producen un producto o servicio en el que el valor experiencial o simbólico es central. Las actividades pertenecientes a la industria creativa se pueden dividir en tres temas; las Artes (artes visuales, fotografía, cine, artes creativas, artes escénicas, teatro, danza, música, festivales, eventos y exposiciones), Medios y entretenimiento (literatura, libros, medios periodísticos, juegos, TV, radio y cine) y los servicios creativos a empresas y diseño (diseño, interiorismo, mobiliario, moda, joyería, arquitectura, publicidad y diseño gráfico). Pero esta economía también se ha convertido cada vez más en una economía del conocimiento en la que la innovación juega un papel indispensable.

Estas son actividades que pueden proporcionar impulsos innovadores durante el desarrollo o ajustes de productos. Para ello, es importante que desde las instituciones competentes se formulen acciones que promuevan una mejor conexión entre las industrias creativas y otros sectores económicos; mejorar las condiciones financieras, especialmente para las empresas emergentes y las instituciones culturales; intensificar la internacionalización; mejorar las condiciones para la explotación de la propiedad intelectual y fortalecer la comercialización de la gestión cultural. Fortalecer y apoyar las industrias culturales y creativas debería ser una de las líneas prioritarias en las políticas de desarrollo, con especial énfasis en los objetivos de productividad y competitividad que pueden ser implementadas mediante la acción conjunta y un esfuerzo coordinado entre las administraciones públicas, las empresas culturales y creativas, y la sociedad civil, para consolidar los importantes beneficios que genera tanto dentro como fuera de nuestro país.