CIUDAD DE BARAHONA: LA CULTURA COMO PIEDRA ANGULAR DEL DESARROLLO SOSTENIBLE


Ilustración 1. Ejercicio escultórico realizado por estudiantes de Educación artística.


En el corazón del suroeste dominicano, Barahona se erige como un epicentro de riqueza cultural y artística, su paisaje, que oscila entre montañas majestuosas y costas bañadas por el Caribe, ha sido el lienzo y la musa de incontables creadores oriundos de esta tierra, estas tierras, impregnadas de historia y diversidad, han sido el cimiento sobre el cual se han erigido generaciones de artistas, quienes, con pincel, voz, letra o movimiento, han plasmado la esencia de la ciudad en sus obras. Sin embargo, a pesar de su innegable potencial y contribución al tejido cultural dominicano, es imperativo cuestionarnos: ¿Están las autoridades y la sociedad en general otorgando a Barahona la atención y el apoyo que merece? Es tiempo de reflexionar sobre el papel de esta región en el panorama artístico y cultural del país, y de actuar para garantizar que su legado y potencial continúen floreciendo.

 

Durante mis siete años como docente en el Centro Universitario Regional del Suroeste - Uasd Centro Barahona, he tenido el privilegio de descubrir en mis estudiantes talentos latentes esperando ser pulidos y perfeccionados. Estos jóvenes no solo buscan adquirir técnicas, sino que también, a través de la educación artística, emprenden un profundo viaje de autoconocimiento. Este proceso educativo se convierte en un puente hacia la reafirmación de nuestra identidad cultural y el desarrollo de habilidades que no solo benefician al individuo, sino que también tienen repercusiones en toda nuestra comunidad.

 

La cultura, en este contexto, no es simplemente un bien para ser consumido pasivamente. Es un tejido vital que moldea nuestra percepción del mundo y cómo interactuamos con él. Esta esencia dinámica de la cultura demanda nuestro respeto y consideración, ya que tiene el poder de transformar sociedades enteras. La cultura es fundamental para nuestra cohesión social, y su valor va más allá de las tradiciones y artefactos; es un pilar que puede redefinir y revitalizar nuestras comunidades. Al nutrir y valorar nuestra cultura, estamos apostando por un entorno más conectado, vibrante y resiliente.

 

Este entendimiento amplio de la cultura se manifiesta en el aula a través de la educación artística. En este espacio, he sido testigo de cómo las disciplinas, ya sea la fotografía, el dibujo, el diseño artesanal o la animación, se convierten en herramientas de empoderamiento. Los estudiantes, al sumergirse en estas disciplinas, no solo desbloquean potenciales creativos insospechados, sino que también encienden pasiones que marcan el inicio de futuros brillantes. En esencia, cada clase es un microcosmos donde se gesta el futuro cultural y artístico de nuestra sociedad.


Ilustración 2. Ejercicio escultórico realizado por estudiante de la asignatura de educación artística.


Un testimonio palpable del impacto de la educación artística en el desarrollo de habilidades creativas es el de estudiantes que, mediante la fotografía, han logrado plasmar su perspectiva del mundo de formas inesperadas y reveladoras. Esta travesía no solo les ha permitido descubrir y afinar su voz artística, sino que también ha fortalecido su autoconfianza y autoconocimiento.

 

Sin embargo, a pesar de estos avances y logros manifiestos, la provincia de Barahona enfrenta un desafío inminente. La prometedora juventud de esta región, rebosante de potencial artístico, se encuentra obstaculizada por una carencia de recursos y oportunidades adecuadas para su formación. El déficit de materiales, espacios propicios y programas especializados actúa como una barrera que retiene y limita la expresión de muchos talentos emergentes. Es imperativo que, como sociedad, reconozcamos y abordemos esta brecha para permitir que la próxima generación de artistas en Barahona florezca a su máxima capacidad.

 

Como educadores y miembros activos de la comunidad universitaria, tenemos la responsabilidad de actuar para promover la educación artística en la provincia. Esta dedicación no solo enriquecerá a nuestros artistas emergentes, sino que también será clave para el desarrollo socioeconómico y cultural de la región. El arte fomenta la creatividad, pero también desarrolla habilidades esenciales para el siglo XXI, como el pensamiento analítico, la resiliencia y la adaptabilidad. 

 

Visualizo un Barahona en el que cada joven pueda explorar y cultivar su pasión artística, donde el arte se valore como una trayectoria legítima y una herramienta transformadora. Este ideal es posible, y solo con esfuerzo colectivo podremos hacerlo realidad.  Por ello, es trascendental enfatizar la urgencia de implementar políticas culturales específicas que propulsen el desarrollo singular y auténtico de de la provincia, garantizando que sus tradiciones y expresiones artísticas sean preservadas, celebradas y transmitidas a futuras generaciones.

Ilustración 3. Ejercicio fotográfico realizado por estudiante de la asignatura de educación artística.


Una vez reconocida la imperiosa necesidad de apoyar la educación artística en Barahona, es esencial entender que este esfuerzo no debe ser solitario. La cooperación y sinergia entre distintas instituciones es fundamental para garantizar que este empeño repercuta de manera duradera y profunda en la comunidad. La alianza entre diferentes entidades es el catalizador que puede impulsar una transformación real y palpable en la región.

El poder de la colaboración entre instituciones radica en su capacidad para magnificar el impacto en el desarrollo artístico y cultural de zonas como Barahona. Reconociendo y fusionando las capacidades y fortalezas de cada entidad involucrada, podemos esbozar un plan estratégico robusto:

  • La Dirección de Educación y Formación Artística Especializada (DEFAE) del Ministerio de Cultura tiene el potencial de ser una fuerza conductora en la estandarización y enriquecimiento de currículos artísticos, además de ser un referente en la formación continua de docentes y nuevos artistas.
  • Por otro lado, la Facultad de Artes y Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo poseen la capacidad y el expertise para amalgamar la pedagogía con la praxis artística, formando así a individuos versátiles, listos para enseñar y crear.
  • La Modalidad en artes del Ministerio de Educación puede expandir y adaptar su currículo a las particularidades culturales de cada región, incorporando elementos autóctonos y promoviendo el respeto y la valoración de las raíces culturales.
  • El Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) puede jugar un rol crucial en la promoción y comercialización de la artesanía local, haciendo énfasis en la autenticidad y calidad de los productos de Barahona. Estableciendo estrategias de mercado y facilitando la exportación de estos bienes, la artesanía local podría alcanzar una audiencia global.
  • El Instituto de Formación Técnico Profesional (INFOTEP), con su experiencia en formación y capacitación, puede ofrecer programas adaptados a las necesidades de la región, enfocándose en habilidades artesanales, gestión cultural y otras áreas relevantes para potenciar la industria cultural y creativa. La profesionalización y certificación de los artistas y artesanos garantizará productos y experiencias de alta calidad para los visitantes y consumidores.

Las colaboraciones eficaces, imbuidas de creatividad e imaginación, son aquellas que no sólo persiguen objetivos tangibles sino que también se arraigan en el corazón de la comunidad. Es esencial que escuchemos la voz de la comunidad y que su deseo de participar active y guíe cada proyecto. Esta inclusión y compromiso garantizan que las iniciativas no solo sean implementadas, sino que también sean sostenibles y resuenen profundamente en el tejido social. 

En este contexto, la cultura y la cooperación al desarrollo, cuando se entrelazan, tienen el potencial de crear sinergias poderosas. Un proyecto de desarrollo que integra y respeta la cultura local, apoyado por estas colaboraciones, no sólo mejora la participación comunitaria, sino que también garantiza resultados a largo plazo. Al valorar y promover la cultura local, se abren puertas a nuevas oportunidades económicas, desde el turismo cultural hasta las industrias creativas, reforzando aún más el impacto y la relevancia de estas alianzas en la sociedad.

Ilustración 4. Práctica artesanal realizada por estudiantes de la asignatura de educación artística.


Sin embargo, para que estas intervenciones sean verdaderamente efectivas y catalicen la creatividad, la innovación y el emprendimiento en el ámbito del arte y la cultura, es crucial que se establezcan alianzas estratégicas y se promueva una colaboración activa entre el sector público y el privado. Las entidades privadas y ONGs tienen un papel crucial en el fortalecimiento y modernización de la industria cultural y creativa en la región. Estas organizaciones, a través de sus patrocinios, inversiones y colaboraciones, no solo pueden impulsar la innovación sino también actuar como catalizadores de cambio y crecimiento.

  • Financiamiento de proyectos: Una de las principales maneras en que estas entidades pueden ayudar es financiando proyectos artísticos y culturales. Estos proyectos pueden variar desde pequeñas iniciativas comunitarias hasta grandes producciones que tengan el potencial de atraer la atención a nivel nacional o internacional.
  • Residencias artísticas: Estas entidades pueden ofrecer residencias artísticas que proporcionen a los artistas emergentes oportunidades para desarrollar sus habilidades, colaborar con otros profesionales y tener acceso a recursos y herramientas que de otro modo no estarían a su alcance.
  • Creación de espacios: Otro aporte fundamental es la creación o patrocinio de espacios donde los artistas puedan exponer y comercializar sus obras. Estos espacios no solo dan visibilidad al talento local, sino que también crean una plataforma para que los artistas generen ingresos a partir de su trabajo.
  • Organización de eventos: Las alianzas entre entidades privadas y ONGs pueden dar lugar a la organización de eventos significativos como festivales, exposiciones y muestras artísticas. Estos eventos no solo celebran y promueven el arte y la cultura local, sino que también pueden atraer turismo y generar un impacto económico positivo en la región.
  • Refuerzo de la identidad cultural: Al respaldar y promover la cultura y el arte local, estas entidades ayudan a reforzar la identidad cultural de la región, permitiendo que los residentes se sientan orgullosos de su herencia y tradiciones.
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Ilustración 5. Ejercicio pictórico realizado por estudiante de la asignatura de educación artística.

Una región con un rico potencial cultural, artístico y artesanal como Barahona podría convertirse en un epicentro de las industrias culturales y creativas (ICC) en la República Dominicana. Estas ICC engloban una amplia gama de actividades centradas en la creatividad, producción y comercialización de bienes y servicios de contenido cultural o artístico. 


El fomento de las ICC en Barahona fortalecería la identidad cultural y patrimonio de la región, y también tendría un enorme impacto económico. Las ICC son generadoras de empleo, riqueza e innovación. Esta ciudad podría diversificar su economía, pasando a ser no solo un destino turístico, sino también un centro de creación y difusión artística.

La cultura ha demostrado ser una potente fuerza motriz en la economía de la República Dominicana, como se refleja en la Cuenta Satélite de Cultura (CSC). En 2010, la nación destinó RD$30,655.4 millones a bienes y servicios culturales, lo que equivalió al 1.5% del PIB. Cuatro años después, en 2014, esa cifra se elevó a RD$41,265.6 millones, manteniendo su porcentaje respecto al PIB. Esta tendencia indica que la cultura ha crecido al mismo ritmo que la economía dominicana entre esos años.

Al analizar con detalle, en 2010 el sector privado aportó RD$26,637.8 millones a la cultura, mientras que el sector público contribuyó con RD$4,017.5 millones. Estos montos ascendieron en 2014 a RD$36,434.9 millones y RD$4,830.8 millones, respectivamente. Es relevante destacar que la inversión cultural aumentó en un 34.6% en ese periodo de cuatro años, subrayando la importancia de la cultura, y específicamente de la artesanía, como uno de los pilares económicos de la República Dominicana.

Más allá de las cifras y métricas económicas, estas industrias juegan un papel fundamental en el fortalecimiento de la cohesión social. Son esenciales para nutrir y enriquecer el sentimiento de identidad, así como para la preservación de valores culturales intrínsecos. Además, estas industrias fomentan la creación de redes sociales y alientan la participación activa de la comunidad, contribuyendo decisivamente a la construcción de un entramado social más unido y resiliente. La cultura, en su vasta y rica diversidad, es el espejo de nuestra historia y el reflejo de nuestra capacidad de adaptación, innovación y creatividad. La cultura es un recurso inestimable que, cuando es reconocido y cultivado, tiene el poder de transformar realidades, construir puentes y potenciar el desarrollo integral de las comunidades. Es, en sí misma, una fuerza motriz para el cambio y el progreso.

El Gobierno Central no sólo posee la autoridad, sino también la obligación de concretar estas iniciativas, destinando recursos y formulando políticas que elevan el arte y la cultura a un lugar preeminente. El desarrollo de estrategias, que fusionen cultura, arte e imaginación, es un pilar en este cometido. No se puede subestimar la trascendencia de la colaboración y del respeto a las visiones, aspiraciones e identidades locales. Sólo así, formularemos propuestas auténticas que catalicen un verdadero progreso social. 


En esencia, el futuro de una sociedad se construye reconociendo y nutriendo sus raíces culturales y artísticas. La implementación de espacios dedicados, como centros culturales, galerías y talleres, sería fundamental para ofrecer a los artistas y creadores un lugar donde trabajar, colaborar, exponer y vender sus obras. Además, programas de formación y capacitación permitirían a los jóvenes talentos adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para triunfar en las ICC, alentando así una nueva generación de artistas y emprendedores.


La Gestión Pública de la Cultura tiene como epicentro una cuádruple interacción entre el ciudadano, la ciudad, los creadores y la propia gestión. Esta relación dinámica busca enriquecer y potenciar cada uno de estos elementos a través de conexiones continuas, garantizando que cada componente se nutra y beneficie de los demás.

El ciudadano, como receptor y participante activo, tiene la oportunidad de vivenciar, comprender y apreciar la riqueza cultural que lo rodea. Su experiencia y retroalimentación son cruciales para adecuar las propuestas y proyectos culturales a las necesidades y expectativas de la comunidad.

La ciudad, como espacio físico y simbólico, se convierte en el escenario donde se manifiesta la cultura. A través de sus plazas, teatros, museos y calles, la ciudad se transforma y cobra vida, reflejando su historia, tradiciones y aspiraciones.

Los creadores, por su parte, son el motor de la cultura. A través de su visión, talento y esfuerzo, generan las manifestaciones artísticas y culturales que dan identidad y cohesión a la comunidad. Su trabajo, constantemente en evolución, requiere del apoyo y reconocimiento tanto de la gestión pública como del público en general.

La gestión, como facilitadora y mediadora, tiene la misión de conectar estos tres puntos, garantizando que la cultura sea accesible, relevante y sostenible. Su tarea es detectar oportunidades, establecer políticas y programas, y promover la integración de la cultura en la vida diaria de la ciudadanía.

Esta interacción entre el ciudadano, la ciudad, los creadores y la gestión crea un sistema dinámico y transversal. A diferencia de una visión fragmentada que trata a cada elemento de forma aislada, esta perspectiva integradora comprende que la cultura es un entramado complejo de relaciones y flujos constantes. Al nutrir y fortalecer estas interconexiones, la Gestión Pública de la Cultura contribuye al desarrollo integral y armónico de la sociedad.

En conclusión, la verdadera fuerza motriz detrás de una gestión cultural exitosa yace en la formulación y aplicación de políticas culturales que sean a la vez sólidas, imbuidas de profesionalismo y meticulosamente estructuradas. Para navegar la riqueza multifacética de nuestro patrimonio, es vital adoptar un enfoque que comprenda plenamente su diversidad y complejidad. Esto implica crear espacios dedicados a la reflexión técnica y crítica sobre nuestra herencia cultural, espacios que no se limiten a tratar la cultura como un elemento insular, sino que busquen integrarla en un entramado más amplio de conocimientos y prácticas.

El objetivo es que estas políticas culturales funcionen como auténticas incubadoras de talento, sirviendo de puente entre los creadores y la ciudadanía, fomentando un diálogo continuo y enriquecedor entre ambos. Esta interacción debe trascender los confines de las instituciones formales y permeabilizarse a través de canales más orgánicos e informales, consolidando así una ecología cultural dinámica y resiliente. En esta ecología, la cultura no es solo un producto para ser consumido, sino un recurso vivo que, al ser compartido y cultivado, tiene el poder de amplificar el capital humano de la sociedad, enriqueciendo su tejido social, económico y espiritual.

 

Frente a la complejidad de los desafíos actuales, tanto el gobierno central como el local se encuentran en una encrucijada que les demanda una introspección profunda sobre sus roles y responsabilidades. La Cultura emerge no solo como un mero elemento de identidad, sino como un eje estratégico fundamental que marca la ruta hacia el desarrollo y el progreso sostenible de los municipios. Dicho de otra manera, la acción cultural se convierte en el faro que ilumina el camino del desarrollo integral.

Dentro de este contexto, es esencial abordar varias premisas fundamentales:

  1. Reconocimiento de la Cultura: Más allá de una mera expresión artística o tradicional, la cultura debe ser reconocida y valorada como una fuerza motriz que impulsa y da forma al desarrollo de las ciudades. Es la base sobre la que se construyen las comunidades y es la que, finalmente, define su identidad, fortaleza y cohesión.


  2. Integración Plural: En un mundo cada vez más diverso, es imperativo que todas las voces y realidades se integren en la estructura de decisión. Este enfoque plural garantiza que las decisiones reflejen la riqueza y la variedad de las comunidades, garantizando así políticas más inclusivas y eficientes.


  3. Adopción de Nuevos Roles: Los poderes públicos locales, en su búsqueda por adaptarse a las cambiantes dinámicas globales, deben estar dispuestos a adoptar nuevos roles, más proactivos y orientados a la ciudadanía. Esto implica la implementación de nuevos instrumentos y estrategias que se alineen con las tendencias actuales, respondan a las necesidades emergentes y fomenten una mayor participación cívica.

La cultura, considerada como piedra angular en el desarrollo de una sociedad, ejerce una influencia inigualable en la configuración de nuestra identidad y en la manera en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Esta no solo es una manifestación de arte, tradiciones o patrimonio, sino que se entrelaza profundamente con aspectos vitales como el crecimiento económico, la conservación del medio ambiente y la regeneración urbana. Además, actúa como catalizador en la estimulación de la creatividad y en la preservación de valores comunitarios, sirviendo de sustento para la protección de las instituciones civiles.

Dada esta profunda interconexión entre cultura y desarrollo, es imperativo que los gobiernos, tanto a nivel central como local, reconozcan su valor y adopten un enfoque más integrador y progresista. En lugar de tratar la acción cultural como un mero complemento o actividad secundaria, debe ser posicionada en el centro de las políticas de desarrollo. Solo a través de este reconocimiento y acción conjunta podremos construir un futuro en el que prosperidad, inclusión y sostenibilidad sean alcanzables para todos. Por lo tanto, es crucial que hagamos hincapié en la relevancia de la cultura como herramienta estratégica y no la releguemos a un segundo plano.

Es evidente que Barahona es un crisol de talento, historia y belleza natural, un enclave de la República Dominicana que merece ser celebrado y fortalecido. Pero la verdadera esencia de Barahona no solo radica en sus paisajes o su historia, sino en su gente: en esos jóvenes artistas cuyas manos crean, cuyas voces cuentan historias, y cuyos corazones laten al ritmo de su tierra natal. A ellos debemos no solo admiración, sino oportunidades concretas que les permitan alcanzar su máximo potencial. Es a través de esta simbiosis entre cultura, comunidad y gobierno que se forjará un futuro más luminoso y prometedor para todos.