Caracterización histórico-iconográfica de los mapas de la Isla de Santo Domingo desde finales del siglo XV hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Isola Spagnola Nova. Giacomo Gastaldi. 1548. http://www.fairmaps.com/


Resumen 

Este estudio presenta una caracterización histórico-iconográfica de los mapas de la Isla de Santo Domingo, recogidos desde finales del siglo XV hasta la última mitad del XIX.

A partir del análisis realizado de las diferentes fuentes consultadas se llegó a las siguientes conclusiones: 

(a) - La historia de la cartografía de la Isla de Santo Domingo ha de plantearse partiendo de una serie de situaciones dadas en el contexto sociocultural, económico y político durante los años de la colonización. 
(b) El estudio iconográfico de los mapas revela diversos acontecimientos que pueden ser descodificados a partir de la relación entre los objetos estéticos, el discurso narrativo, el orden político y cultural establecidos, según la época. 
(c) Las producciones cartogràficas  más destacadas en torno a las Isla de Santo Domingo están en consonancia con los principales cartógrafos, editores, dibujantes y grabadores de documentos cartogràficos que sobresalieron en el continente europeo.

Palabras claves: Cartografía, mapas, Santo Domingo, cartógrafos y iconografía.

Introducción

La costumbre de dibujar y utilizar la imagen como complemento a cualquier mensaje ha ido evolucionando y adaptándose a las circunstancias sociales e ideológicas de cada época sin desaparecer en ningún momento de la historia. Esa “imitación” de la realidad o mejor dicho, la búsqueda del parecido -como bien dice Freedberg- es lo que marca nuestros intentos de hacer presente lo ausente y vivo lo muerto (Freedberg, 1992). Se ha dicho que los mapas tratan de ser un reflejo de la realidad, este tipo de imágenes siempre serán interpretativas, pues tratan de ser una adaptación o interpretación del mundo físico puesto que es imposible recrear la realidad de determinado territorio en una superficie plana. 

Por lo tanto es preferible examinar los mapas, percibiéndolos como una expresión del estado contemporáneo del conocimiento y a su vez como la representación gráfica del mismo. Hay un elemento no establecido en la realidad física, que los autores filtran al momento de trazar o diseñar un mapa. Los intereses, sean estos políticos, socioculturales, económicos o religiosos, modifican y alteran los acontecimientos tratando de recrear un mundo autónomo, reorganizado de acuerdo a sus inquietudes e intereses. Así, la relación entre verdad y mentira en el diseño de los mapas no es un problema significativo, es precisamente esta ambigüedad la que los ubica en ese espacio intermedio entre lo existente y lo imaginado, entre lo falso y lo verdadero convirtiéndolos los en una puerta de entrada privilegiada para observar las profundidades de la cultura y sociedad que lo han generado.

Ello conduce a la realización de un análisis meticuloso de los elementos que conforman el documentos cartográfico: la ornamentación, las técnicas de elaboración, como sistema de 
comunicación, los valores estéticos, el mercado editorial en el que se desarrollaron y el auge del coleccionismo de mapas antiguos,  hecho que demostró una amplia aceptación sobre este tipo de objetos.

Finalmente, tomando en cuenta la vinculación temprana de la cartografía con el arte, se plantea explorar no sólo por el carácter “pictórico” y "dibujístico", propio de los mapas antiguos, sino el contexto de producción, con la participación efectiva de cartógrafos, dibujantes y grabaditas que imprimieron en sus dibujos, códigos, técnicas y modalidades de percepción de la realidad. Además, se toma en cuenta, en mucho de los casos, aspectos históricos estrechamente vinculados a la ejecución del mapa y la intervención de aquellos que de manera directa o indirecta los comisionaban.

Objetivos

Describir desde la perspectiva bibliográfica la historia de la cartografía de los mapas de la Isla de Santo Domingo, en el contexto histórico y con la cartografía europea de la época.

- Establecer las implicaciones de los mapas de la Isla de Santo Domingo con las diferentes técnicas artísticas; de la misma forma establecer quiénes fueron sus productores entre los que se encuentran cartógrafos, dibujantes, grabaditas, editores e identificar los lugares de fabricación.

- Identificar las principales colecciones de mapas de la isla de Santo Domingo existentes en la República Dominicana, y estudio en torno a su historia, procedencia y condición.

- Identificar una serie de elementos iconográficos presente en los mapas de la Isla de Santo Domingo y establecer su relación con el pensamiento ideológico y estético de cada una de las épocas en que fueron usados.

Justificación

A lo largo de nuestra historia se han producido numerosos documentos dedicados a la evolución y desarrollo de la cartografía y sus implicaciones con las técnicas del arte (ya sea de forma directa o indirecta), específicamente el dibujo, el grabado, el soporte (sobre todo papel), marcas de agua (filigrana) y la aplicación de color. Entre esos documentos podemos citar: Decorative Printed Maps of the 15th to 18th Centuries de R. Skelton (1967), Five Centuries of map printing de David Woodward (1975) y Antique Maps de Carl Moreland y David Bannister (2000). Por otra parte se han producido trabajos que recopilan y describen cronológicamente mapas (imágenes) vinculados a un determinado país o región, The Mapping of North America: A List of Printed Maps 1511- 1670 de Philip D. Burden (1996). Asimismo se ha publicado de forma sistemática breves reseñas biográficas de quienes produjeron este tipo de documentos, los trabajos realizados por estos y las fuentes bibliográfica de donde provienen, entre estas podemos citar:  Maps and map-makers de R. V. Tooley (1962).

También los mapas han sido estudiados desde la perspectiva filosófica, donde se recurre a una fascinante articulación de diversos puntos de vistas teóricos, como la semiótica, la iconografía y la sociología, para demostrar que el valor fundamental de la cartografía colonial era conocer, intervenir y controlar el espacio constituyéndose así como un instrumento de poder. En su libro The New Nature of Maps. Essays in the History of Cartography, John Brian Harley (1932-1991), esboza estas ideas y al mismo tiempo construye sus propias interpretaciones en la que asume que los mapas son objetos culturales y políticos, y desde allí, propone una lectura crítica de la cartografía. Harley también plantea que el cartógrafo es un sujeto social, enfrascado dentro de los intereses políticos que conforman la situación social de su época, cuyo conocimiento no es imparcial, está inserto en las confabulaciones del poder y a la vez es un instrumento de aquel. David Woodward se interesó por el tema de la producción y consumo de las imágenes cartográficas, publicando diversas aportaciones. De su lectura se desprende que tales ejemplares comienzan a suscitar otro tipo de interrogantes entre los estudiosos, ya que profundiza en las circunstancias comerciales, artísticas y sociales en las que cabe insertar esta producción gráfica.

Sin embargo, con todo y que la República Dominicana posee una variada y rica producción de materiales cartográficos, no se ha podido encontrar unos antecedentes específicos y concretos que sitúe estos y otros elementos dentro de la configuración de un texto dedicado específicamente a la cartografía de la Isla de Santo Domingo. Por lo tanto esta investigación se considera relevante ya que pretende aportar informaciones valiosas sobre los mapas antiguos de la Isla de Santo Domingo tomando en cuenta los rasgos esenciales de los estudios antes mencionados y sobretodo partiendo del propósito de llamar la atención sobre la existencia de estos mapas, su calidad y su cantidad aproximada, datos, hasta el momento, prácticamente desconocidos por la mayoría de los dominicanos. Hasta la fecha, no existen investigaciones en torno a estos mapas planteadas de la forma en que propone este estudio.

Antecedentes

Cabe señalar que las investigaciones efectuadas en torno a los mapas antiguos de la Isla de Santo Domingo, hasta la fecha, han sido planteadas de manera parcial y limitada. Al respecto, la mayoría de estos estudios consisten en publicaciones de listas ordenadas de manera sistemática sin dar a conocer, en muchas ocasiones, las fuentes bibliográficas de donde proceden, el tipo de técnicas empleadas para la fabricación de los mismos, los autores y las circunstancias históricas que acarrearon la producción de estos. Aun así, se consideró que estas fuentes de información representan un punto de partida valioso para llevar a cabo este estudio, ya que nos han permitido identificar la falta de áreas relevantes que fueron tomadas en cuentas en todo el proceso del tema objeto de este estudio.

Entre las primeras publicaciones que registran de manera concreta la cartografía de la Isla de Santo Domingo, de las cuales tenemos noticias, se destaca la obra de Antoine Hyacinthe Chastenet de Puysegur titulada Le Pilote de l'Isle de Saint-Domingue et des débouquemens… (1787), la cual contiene mapas grabados en cobre e ilustraciones que muestran algunos de sus principales accidentes montañosos (perfiles topográficos). Estas ilustraciones están acompañadas de una amplia descripción geográfica sobre la isla en su totalidad y de manera particular la parte francesa (Haití), así como de otras islas adyacentes. Para esta época aparecen libros que ilustran sus textos con mapas de la isla, tales como Idea del valor de la Isla Española de Antonio Sánchez Valverde (1785), Description topographique et politique de la partie espagnole de l'isle St. Domingue de M. L. E. Moreau de St. Mery (1796), An historical survey of the French Colony in the Island of St. Domingue de Bryan Edwards (1797). Para 1889 H. Ling Roth publica Bibliography and Cartography of Hispaniola, en donde da a conocer una extensa lista de mapas relacionados con la Isla de Santo Domingo.

Entrado el siglo XX P. Lee Phillips pública un catalogo titulado A List of Maps of America in the Library of Congress (1901), en donde se listan unos pocos mapas de la isla pertenecientes a la colección de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. En 1929, el Doctor Carlo Frati publica un libro titulado El mapa más antiguo de la Isla de Santo Domingo (1516) y Pedro Martyr de Anglería.

En cuanto a la producción de estudios relacionados con estos mapas en la República Dominicana, en la primera mitad del siglo XX el tema de la cartografía suscitó el interés historiadores como Luís E. Alemar quien en pocas líneas manifestó su preocupación por la poca atención que hasta esa época se había prestado a la cartografía de la Isla de Santo Domingo en un extenso artículo titulado Apuntes para la Cartografía Dominicana, que fue publicado en varios números del Boletín del Archivo General de la Nación (1938-1942). Alemar, pionero en el país sobre el tema, recoge sistemáticamente las fichas de cartas, mapas y planos elaborados desde el siglo XVI hasta el XIX. Estas informaciones fueron recopiladas en instituciones como el Archivo General de Indias, la Biblioteca Nacional de París, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y en el Museo Británico (estos documentos hoy se encuentran depositados en la Biblioteca Británica). Es posible que este haya sido el primer acercamiento al estudio de los mapas de la isla por parte de un dominicano.

En 1976 se publica el inventario, hasta la fecha, de la colección de Juan José Pacheco, la cual hoy se encuentra dispersa en varias instituciones, titulado Catalogo de Mapas Dominicanos y de la Isla de Santo Domingo existentes en la Central de Créditos, C. Por A. de Pedro Julio Santiago. Posteriormente, en un trabajo destinado a mostrar la importancia de algunos de los ejemplares pertenecientes a instituciones publica y a coleccionistas privados el historiador Emilio Rodríguez Demorizi publica Mapas y Planos de la ciudad de Santo Domingo (1976). En donde se muestra una considerable muestra de mapas antiguos de la Isla de Santo Domingo desde el siglo XV hasta finales del XIX. Y, sin duda, movido por el afán de animar su consulta, efectúa una breve descripción.

Evidentemente, gracias a las valiosas aportaciones que han intervenido en la consumación de esta obra, hace de este libro un corpus imprescindible en el estudio de la cartografía antigua de la isla. Un año más adelante Pedro Julio Santiago publica un catalogo conocido como La Isla de Santo Domingo Mapas y Planos (1977). Dentro de las publicaciones del Museo de las Casas Reales. En esta publicación Santiago no solo da a conocer algunos mapas y planos de la isla sino que reseña de manera cronológica aspectos vinculados directamente con cada uno de estos, tales como la descripción topográfica e hidrográfica, además identifica algunos autores de los mismos.

A diferencia de las tres publicaciones de la última parte de los años setenta, desde la década del ochenta hasta la fecha podría hablarse de un momento desolado en cuanto a la producción de textos enfocados al conocimiento de nuestra cartografía. Será a principios del año 2000 cuando FairWinds Antique Maps. http://www.fairmaps.com, (Compañía dedicada a la venta de mapas antiguos propiedad de Ralph Magnus y Joseph Gonzalez) celebra una exhibición de mapas antiguos en el Museo de las Casas Reales, donde se exponen unos 40 mapas y se realiza un modesto catálogo, en el que Bernardo Vega reseña algunos aspectos históricos de los mismos.

Pese a la dimensión e importancia es un tema al que en la República Dominicana no se la ha prestado la atención que merece, por lo que, para los más interesados, la información disponible –tanto del patrimonio, como de la labor y efectos producidos por la misma- nos resulta, no solamente escasa, sino parcial –especial y temporalmente-, e insatisfactoria en muchos de sus aspectos e interpretaciones. En definitiva, esta investigación, no pretende dar una respuesta categórica a este vacío, sino más bien, incentivar y ser parte de una iniciativa para la profundización sobre los valores y los méritos que posee todo este patrimonio.

Metodología

A partir del enfoque cualitativo hemos tratado una serie de situaciones sociales que se entrelazaron alrededor de los mapas ya que este nos permite dar cuenta de los procesos desde un orden comprensivo y una aproximación participativa de algunos de los protagonistas que intervinieron en su producción, facilitando el proceso de investigación a desarrollar por medio de la construcción integral del conocimiento, permitiendo la categorización de la información. Del mismo modo se recurrió a la combinación de varios procedimientos de investigación que propugnan la búsqueda de una serie de rasgos que identifican el equilibrio entre los aspectos científicos, culturales y artísticos que impulsaron el conocimiento de la cartografía. En primer lugar, fue esencial como punto de partida la lectura sistemática de libros y artículos alusivos a la cartografía y los mapas antiguos, así como la visualización de los mapas objeto de nuestro estudio.

Se ha empleado el tipo de la investigación histórica, siguiendo su proceso evolutivo para entender la situación actual de los mapas. Asimismo se empleó el tipo de la investigación documental la cual consistió en el análisis de la información escrita con el propósito de establecer relaciones, diferencias, etapas, posturas o estado actual del conocimiento respecto del tema objeto de estudio. Finalmente, también se utilizó la Investigación descriptiva para establecer y reseñar las características o rasgos de los mapas y algunos de los autores que intervinieron en la producción de ellos.

Una vez hemos considerado el foco y las cuestiones de estudio propias de las técnicas artísticas, así como otros factores que intervienen en los procesos de la cartografía antigua de la Isla de Santo Domingo consideramos necesario el hecho de esclarecer que esta investigación ha optado por los siguientes métodos. Se ha utilizado el método inductivo para obtener conclusiones partiendo de hechos particulares aceptados como validos, para así llegar a características universales que se postulan como leyes, principios o fundamentos de una teoría. También se ha planteado el Analítico-Sintético, al estudiar los hechos, partiendo de la composición del objeto de estudio en cada una de sus partes para estudiarlas en forma individual (análisis), y luego se ha integrado dichas partes para estudiarlas de manera holística e integral (síntesis). En cuanto al Histórico-Comparativo consistió en establecer la semejanza de fenómenos culturales, infiriendo en una conclusión acerca de su parentesco genético, es decir, de su origen común.

La técnica de la observación directa nos permitió obtener información directa y confiable. El Análisis de documentos recogidos sobre el tema que estuvo basado en fichas bibliográficas que nos permitieron estudiar los mapas estampados. En tanto que la técnica de análisis de contenido nos da a conocer las entrelíneas de cada mensaje, o determinar la manera como son llevados estos mensajes a los diferentes públicos. Inicialmente se hace un análisis de contenido de los materiales relativos al tema, a través de dos fuentes documentales; el material bibliográfico y el mapa como fuente primaria de información.

Resultados y Discusión

La producción de mapas y cartas náuticas que representa la Isla de Santo Domingo ocurre poco después de la llegada de los conquistadores españoles al Continente Americano.  Cristóbal Colón, auxiliado por los exploradores Diego Márquez, Alonso de Ojeda y Gines de Gorvelán, por ordenes de los Reyes Católicos, entre 1493 y 1498 dibujó las denominadas Cartas de Marear, una serie de mapas que los informarían acerca de la situación geográfica de los nuevos territorios y a la vez ello constituirían la legitimación de los tales, como propiedad absoluta de la Corona. Desafortunadamente, poco se sabe del destino final de estos mapas, solo contamos con algunas referencias bibliográficas como prueba de su existencia. 

A principios del siglo XVI, el naciente interés por obtener informaciones sobre la composición geográfica de la isla se hace evidente con el mapa trazado entre 1508 y 1509 por el piloto y cartógrafo español Andrés Morales, quien fue comisionado por el gobernador Nicolás de Ovando de recorrer toda la isla y dibujar un mapa. Posteriormente, entre 1511 y 1513 se realiza un importante mapa atribuido a Pedro Mártir de Anglería que muestra parte de las Antillas Mayores, cuya circulación resultó ser prohibida por el rey Fernando el Católico para evitar que los extranjeros se informaran de los descubrimientos hechos por los españoles. 

Si bien es cierto que España fue la primera en producir mapas que representaban la Isla de Santo Domingo poco se sabe de la cuantiosa cantidad de materiales cartográficos producidos durante el periodo de la colonización. De los cartógrafos que se destaca podemos mencionar a: Alonso de Santa Cruz (1560); Juan López de Velasco; Antonio de Herrera y Tordesillas (1601); Bernardo Espinosa (1721); Luis José Peguero (1762); Manuel Sánchez Valverde (1730); Pedro Alcantara Espinosa (1765); José Solano y Botes (1776); también sobresale los trabajos de Tomás López de Vargas Machuca y Juan López.

Aunque Italia no estuvo directamente vinculada a los acontecimientos acaecidos en la Isla de Santo Domingo, durante el periodo de la colonización, sus cartógrafos, dibujantes, grabadores y editores produjeron una importante cantidad de mapas  sobre la misma, dándola a conocer a una mayor proporción de personas a través de las numerosas publicaciones de libros de viajes, cuyas informaciones provenían de algunas de las tradicionales fuentes, como embajadores, diplomáticos y la periódica visita de obispos y misioneros, además de las traducciones de obras producidas por los españoles, así como el intercambio de correspondencias. Sin embargo es válido aclarar que desde la primera mitad del siglo XVI, la producción cartográfica italiana se circunscribió en su mayor parte a incorporar sistemáticamente al contorno de la Isla las informaciones españolas, siguiendo en este sentido a Juan de la Cosa, Andrés de Morales, los mapas atribuidos a Pedro Mártir, así como sus narraciones del Nuevo Mundo.

Los mapas italianos se destacan por poseer una decoración simple y elegante, los títulos fueron concentrados en las cartelas de igual modo sus diseños serán más sobrios; la decoración o motivos pictóricos superfluos serán desvanecidos de la superficie de los mapas, excepto del área que corresponden al mar, que frecuentemente está adornada por las tradicionales embarcaciones y en rara ocasiones por monstruos marinos. Entre los mapas que se publica en esta época primeramente sobresalen los de Benedetto Bordone (1528) y el atribuido a Giovanni Battista Ramusio (1534, 1556 y 1565), Giacomo Gastaldi (1548); luego: Girolamo Ruscelli (1561, 1562, 1564, 1574, 1598 y 1599); Antonio Lafreri, Fernando Bertelli (1566), Paulo di Forlani (1566)  Girolamo Porro y Tommaso Porcacchi (1572, 1576, 1590, 1604, 1605, 1620, 1683 y 1713); Sir Robert Dudley y Antonio Francesco Lucini (1646 y 1661).  Vincenzo María Coronelli (1695) y (1696-97); Giuseppe Maria Terreni (1763); Tommaso Masi (1777); Antonio Zatta (1779); Giovanni Maria Cassini (1798); Antonio Barbiellini (1807) y Luigi Rossi (1821).

El ocaso de la industria cartográfica italiana se produce bruscamente, en torno a 1570, tras sus dilatados años de esplendor. La súbita crisis fue motivada, en gran parte, por la feroz competencia desatada, primeramente, en los talleres de Amberes, con la publicación del Theatrum Orbis Terrarum, cuyos ejemplares combinan otras cualidades explicativas y estéticas que vertiginosamente cautivó la atención del público y posteriormente Ámsterdam se consolidará como la ciudad de mayor producción, logrando con esto que durante todo un siglo Holanda alcanzase una verdadera Edad de Oro en la cartografía. Los autores holandeses, con el apoyo de una activa y próspera industria editora, acapararán el mercado y dotarán de mayor reconocimiento científico a sus productos, los atlas, mapas sueltos y otros tipos de documentos cartográficos.

La principal característica de los mapas holandeses es su valor decorativo, conseguido mediante el empleo de gran cantidad de iconografía, no sólo como adorno del título, sino también bordeando sus márgenes, e invadiendo el campo propio del mapa. En ellos aparecen las rosas de los vientos con diseños muy diversos, barcos trazados sobre las zonas marítimas, elementos imaginarios en las zonas inexploradas, etc., con un estilo bastante barroco, de rasgos largos y con curvas decorativas de fantasía. En Holanda hallamos nombres como: Cornelius van Wytfliet (1597, 1598 y 1615); Barent Langenes (1598-1609); Petrus Bertius (1598/1602 y 1610) Gerard Mercator y Jodocus Hondius (1613); Pieter van den Keere; Johannes de Laet y Hessel Gerritsz (1625, 1630 y 1633); Jan Jansson (1636); Willen Janszoon y Joan Blaeu; Frederick de Wit (1680); Nicolás Visscher II ((1686?); Pieter Vander Aa (1706); Johannes van Keulen (1730).  

En Alemania encontramos un considerable número de imágenes destinadas a representar acontecimientos ocurridos en la Isla de Santo Domingo, entre estas imágenes hallamos mapas elaborados por importantes cartógrafos, dibujantes y grabadores como Théodore de Bry (1594); Johannes Matalius Metellus (1598); Alain Manesson-Mallet (1686); Johann Ulrich Müller (1692); Heinrich Scherer (1700); Johann Georg Schreiber (1735); J.F. Schroter (1752) y Paul Küffner (1777) 

Las continuas irrupciones francesas en territorio de la Isla de Santo Domingo durante casi más de dos siglos, motivaron la producción de materiales cartográficos a distintas escalas, por parte del ejército francés y diversos cartógrafos que estuvieron al servicio de la monarquía. Buena muestra de ello es la vasta colección de mapas y planos sobre la isla que se publicaron desde finales del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII y gran parte del XIX, coincidiendo con la época de esplendor de la cartografía francesa, que tras el declive de los Países Bajos, poco a poco va adquiriendo mayor prestigio, para llegar a convertirse casi en exclusiva. Los mapas tienen un carácter estético marcadamente didáctico de tipo general. 

Los primeros rastros cartográficos de la Isla de Santo Domingo aparecidos en Francia los aporta André Thevet. En Francia, durante todo el siglo XVII la producción y publicación de mapas estuvo dominada por un pequeño número de familia, entre los que sobresalen nombres tales como: Nicolas Sanson d'Abbeville (1658, 1664, 1667, 1670 y 1676); Pierre DuVal d'Abbeville (1668). Por esta época, se destaca la labor de Nicolás de Fer (1715 y 1723); Amédée-François Frézier (1724); Guillaume de L'Isle (1730), otra edición aparecen alrededor del 1757, publicada por los editores holandeses Covens y Mortier en Ámsterdam; Jean-Baptiste Bourguignon d'Anville (1731); Georges-Louis le Rouge (1748); Gilles Robert y Didier Robert de Vaugondy (1750, 1757, 1783 y 1793); Jacques-Nicolas Bellin ( 1754, 1764); Rigobert Bonne (1780); Chastenet-Puisegur (1787) y J. B Poirson (1803).

Para el siglo XVIII Inglaterra se había constituido en la primera potencia marítima europea. La extensión de sus dominios en ultramar y el consiguiente aumento del comercio pusieron de manifiesto, una vez más, la necesidad de disponer de buenos mapas. Londres se convirtió en un centro cartográfico de primer orden, compitiendo con París, al mismo tiempo que en el resto de Europa se llevaba a cabo una importante labor cartográfica. Muy sobresaliente en este periodo Charles Price (1730); Emanuel Bowen (1742); Thomas Kitchin (1758); Thomas Jefferys (1760, 1794); John Lodge y John Bew (1783) y William Faden (1796).

A mediados del siglo XIX se inicia el desarrollo de la cartografía republicana, poco después de la independencia proclamada por los Trinitarios (1844) aparece el primer mapa donde figura el nombre de la Republica Dominicana bajo el titulo: Carte de L’Isle de St. Domingue (1846) de la autoria de Schwderslé de Saint André. Acerca del mapa Lepelletier de St dice que fue “levantado según los documentos más modernos”. Este mapa servirá de base para la elaboración del primer mapa republicano comisionado por el presidente Buenaventura Báez a Sir Robert H. Schomburgk (1858) quien lo comenzó a confeccionar en 1852.

El coleccionismo de mapa en la República Dominicana

Debido a la escasa documentación existente en torno al origen de las colecciones de mapas antiguos que hoy se encuentran en la República Dominicana se hace difícil precisar cuándo se inicia el coleccionismo de documentos cartográficos en el país.

Gracias a las aportaciones brindadas en 1938 por el estudioso de la cartografía Luis E. Alemar, pudiéramos presumir que a partir de esta fecha surge cierto interés por conocer los mapas que representan la Isla de Santo Domingo. Alemar se quejaba de que nuestros mapas se encontraban dispersos en diferentes archivos, museos y otro tipo de colecciones en el extranjero (Alemar, 1938). Según señala el destacado historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi, Alemar fundamentó su investigación en las colecciones cartográficas de los cuales tenía noticias, principalmente del Archivo de Indias, la Biblioteca del Congreso, de los Archivos de Paris, del Museo Británico y de obras en las que aparecían reproducciones cartográficas (Demorizi, 1976).

Hacia mediados del siglo XX comienzan a aparecer colecciones de mapas en archivos del Estado Dominicano. Una de éstas es la perteneciente a la Biblioteca de la Universidad de Santo Domingo, en donde se realizó en 1952 la primera exposición de mapas de que se tiene registro, en donde se exhibieron mapas antiguos y modernos, y del mismo modo otros tipos de documentos cartográficos, en el marco de la celebración de la Sexta de Reunión Panamericana de Consulta sobre Cartografía. Esta exposición fue seguida de otra realizada en 1966 en la misma universidad, (Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD) titulada: Mapas y Grabados Antiguos de la Isla de Santo Domingo, en la clausura, el Doctor Octavio Amiama Castro dictó una conferencia denominada Santo Domingo en la cartografía antigua.

Aunque se encuentran de manera dispersa y en un mal estado de conservación y sin catalogar; en el Fondo Antiguo de la Biblioteca Pedro Mir (UASD) aun se puede apreciar algunos mapas. A partir de esta investigación se ha podido localizar algunos materiales cartográficos contenidos en los libros valiosos que datan del siglo XVIII hasta el XIX. Entre estos documentos se encuentran: Idea del valor de la Isla Española de Antonio Sánchez Valverde (1785). Asimismo aparecen dos mapas del cartógrafo español Juan López: Carta Náutica que Comprende los desembocaderos al Mar del Norte, viniendo de la Jamaica y de la Isla de santo Domingo (1782) y Carta Plana de la Isla de Santo Domingo (1784). En el libro: An historical survey of the French Colony in the Island of St. Domingue de Bryan Edwards (1797) se encuentran dos mapas uno titulado: Hispaniola Or Saint Domingue dibujado y grabado por John Luffman; y el otro es el mapa publicado por J. Stockdale Piccadilly (1806). Esta fecha llama la atención debido a que el libro fue publicado en 1797, lo que pudiera indicar que el mapa fue inserto posteriormente a la publicación del mismo. Una obra de mucho valor y quizás única en el país lo es el Portulano de la América Setentrional [sic] de 1809 (aumentado y corregido en 1818) también localizado en el Fondo Antiguo. También se han localizado hojas sueltas de algunos mapas que pertenecieron a atlas y libros.

En la década de los 1960, y con mayor actividad en los años setenta se inicia el interés por coleccionar mapas antiguos de la isla de Santo Domingo y el área del Caribe, por parte de coleccionistas privados, quienes adquirieron sus mapas directamente del exterior, o comprados a marchantes que los traían a vender al país. Entre estos coleccionistas se destacó el señor Juan Rafael Pacheco, quién reunió una colección de más de 300 mapas que estuvieron exhibidos permanentemente en las oficinas de la Central de Créditos. Parte de esta colección fue dada a conocer gracias a un trabajo publicado en 1976 para la revista M & M de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra por el historiador Pedro Julio Santiago. 

Eventualmente, hacia finales de los años 1990 esta colección se dispersó y pasó a formar parte de otras colecciones en instituciones privadas como la Fundación Sinfonía, adquirida por el Centro León a principios del 2000. De igual forma adquirió las colecciones del  Banco Popular y la Fundación Eduardo León Jimenes, convirtiéndose en una de las instituciones que conserva una de las más importante y relevante colección de fondos cartográficos, antiguos y modernos de la Isla de Santo Domingo y zonas del Caribe, los cuales datan desde finales del siglo XVI hasta principios del XX.

En el año 2008 el Banco Popular Dominicano adquirió de la Superintendencia de Bancos partes de los mapas que pertenecieron a la Central de Créditos, los cuales a su vez fueron donados al Archivo General de la Nación.

Finalmente debemos destacar la colección del coleccionista y dealer dominico-americano radicado en la ciudad de Nueva York Joseph Gonzalez y Ralph Magnus, quienes en la actualidad poseen la mayor colección de mapas de la Isla de Santo Domingo y el Caribe, iniciada en 1988. Hasta la fecha, el patrimonio cartográfico de Gonzalez cuenta con un aproximado de 400 obras, mapas, libros e ilustraciones.

Estado de Conservación

Por tratarse en su mayoría de obras sobre papel, estos mapas están expuestos al deterioro y daño ocasionado por los agentes de riesgo que normalmente afectan a cualquier obra sobre papel, como son: daños físicos por manipulación y almacenamiento inadecuados, el uso de materiales y técnicas inapropiados para su almacenamiento y exhibición, así como también por ataque de plagas, y condiciones ambientales inadecuadas. En este proyecto se propone realizar anotaciones generales sobre el estado de conservación de las colecciones visitadas, para establecer sus las necesidades de conservación.

En general, estas colecciones se encuentran almacenadas en condiciones de abandono en ambientes de alta humedad relativa y sin ningún tipo de control ambiental, siendo común encontrarlas guardadas apiladas sin protección o en estuches y enmarcados ácidos, sin mobiliario adecuado, y a veces colocadas directamente en el suelo. Asimismo, la mayoría de los encargados de su custodia desconocen las prácticas elementales de conservación y manejo de colecciones. Aquellos mapas que han sido enmarcados para exhibición muestran degradación y manchas por el empleo de materiales ácidos de montura y enmarcado. En estos casos, la constante exposición a la luz ha resultado en el desteñido de la imagen, oscurecimiento generalizado y debilitamiento del soporte a causa de su deterioro acelerado. El agua ha sido otros de los agentes que ha provocado daños en el papel, creando manchas que afectan la apariencia de los mapas en sentidos general.

En algunos casos se observaron intervenciones desfavorables, entre las que podemos citar: forrados innecesarios con papel tisú o tela, aplicados por presión, provocando así la desaparición de la huella que las planchas de cobre dejan en el papel; aplicación de injertos con adhesivos inapropiados, coloreados no originales, y repintes inadecuados.

Análisis iconográfico

El estudio de los elementos iconográficos que presentan los mapas de la Isla de Santo Domingo revela una serie de relaciones entre el arte y la cartografía, cuya interpretación se ha realizado a partir de los presupuestos de la metodología iconológica considerando la relación existente entre los componentes estéticos y el contexto cultural. A través de la selección que hemos realizado podemos observar los vínculos que establecen los signos-objetos y la dinámica que revelan entre los iconos-objetos tales como las construcciones de rosas de vientos, personajes mitológicos, escudos de armas o emblemas, elementos de la fauna y la flora, y las profusas y elaboradas cartelas, a veces recargadas con un exceso de ornamentación, cuya única esencia de parte del productor es glorificar a su promotor o a sus mentores. Asimismo atraer la atención de potenciales compradores y coleccionistas.

Pretender profundizar en el porqué de estos impulsos iconográficos suele ser un tema no exento de complejidad, dado que en la mayoría de los casos, su presencia obedece a más de una razón como sumario de toda una tradición cultural del mundo occidental. En fin, los dibujos que se presentan en los mapas están inspirados en la tradición pictórica de la Antigüedad Clásica, de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco combinando hechos reales y otros simbólicos o fantásticos. Entre los elementos más característicos existe una combinación de componentes mitológico, religioso, ideológico y en escasas ocasiones precolombinos como elemento estilísticos.

En relación a la interpretación iconográfica de los mapas, se puede decir que los niveles de significado de un mapa son similares a los de un cuadro. En el primer nivel de los signos, símbolos o emblemas decorativos individuales de un mapa se asemejan con los motivos artísticos individuales. La identidad del lugar real representado en un mapa se supone que sea equivalente al segundo nivel de Panofsky o a un segundo nivel de interpretación. Este es el nivel, el del lugar real, en que los historiadores han usado más los mapas.  Para evaluar los lugares reales de los mapas se ha desarrollado la mayoría de las técnicas interpretativas, enfocadas ya sea a la precisión planimétrica, o bien al contenido. El tercer nivel interpretativo de un mapa es el estrato simbólico. Desde este nivel se podría considerar que los mapas actúan como una metáfora visual de los valores más importantes de los lugares que representan. Los mapas de la Isla de Santo Domingo y la propia zona del Caribe, -en donde la isla se encuentra inserta- siempre están cargados de valores culturales y representan una topología social con un dominio propio culturalmente reafirmado.

Conclusiones

Los mapas de la isla de Santo Domingo que se elaboran desde principio del siglo XVI hasta la segunda mitad del siglo XIX tienen un objetivo común: divulgar una serie de contenidos geográficos que contribuyen a la gestación y transformación de la estructura política, social y económica de la isla y la región en la que ésta se encuentra inserta.

El pensamiento artístico de los distintos mapas oscila entre el barroco y rococó, según sean más radicales o más moderadas, situándose los mapas holandeses en una corriente radicalmente barroca y los mapas franceses en el rococó.
Muchos de nuestros mapas no brindan un gran margen de acción al impulso creador, pues  se muestran muy críticos con aquellos dibujantes y grabadores obsesionados por copiar productores de materiales cartográficos que les anteceden, obviando las transformaciones constantes que se daban en los distintos territorios, aun así, muchos autores están de acuerdo en que la actividad artística evidenciada en los mismos, combina múltiples conocimientos, entre ellos: anatomía, mitología y otros elementos complementarios, pasando por la reflexión y la observación de la naturaleza.

En relación a la imaginería y los textos insertos en las cartelas no se puede negar su significado y carácter simbólico. Mucho de ellos vinculados a intereses económico, sociocultural, religioso y político, así como otras esferas del poder. Los mapas pueden ser decodificados de la misma forma que otros sistemas de signos no verbales. La representación del mundo en cartografía se construye a partir de signos, convencionales o no, símbolos o metáforas e imágenes retóricas. Además, el estudio de estos componentes debe realizarse en su contexto histórico.

Los nombres más destacados de estas producciones están en consonancia con los principales cartógrafos, editores, dibujantes y grabadores de documentos cartográficos que sobresalieron en el Continente Europeo: Bordone, Ramusio, Gastaldi, Porcacchi, Mercator, Ortelius, Bleau, Jasson, de Fer, Bellin, Faden y algunos otros a los que no suele dedicarse tanta atención y que ganan en importancia, dependiendo de las preferencias históricas y estéticas.

La producción y el mercado estaban radicados principalmente en Venecia, Ámsterdam, Paris y Londres. La información a la que podía acceder el cartógrafo había sido ya filtrada por diferentes agentes y se hallaba expuesto a las ideas, actitudes políticas, estereotipos étnicos, valores culturales y convicciones ideológicas arraigadas en el pensamiento general.

La mayoría de estos mapas fueron publicados en atlas, relatos de viajes, textos históricos. Frecuentemente las casas editoriales tenían en almacén hojas sueltas a disposición del público. Esto quiere decir que no todos los mapas han sido extraídos de libros.

A pesar del valor histórico, patrimonial y económico que poseen este tipo de documentos, algunas instituciones no poseen un plan de conservación preventiva que pueda garantizar mayor tiempo de estabilidad, ni tampoco con un inventario actualizado de su patrimonio cartográfico. Entre estas instituciones destacamos la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

El objetivo de la difusión de imágenes y descripciones de algunos de los mapas de la Isla de Santo domingo ha sido concienciar al público para que reconozca su valor artístico e histórico, al tiempo que se transmiten una serie de contenidos culturales y se informa sobre los distintos estilos empleados a lo largo de la historia.

Recomendaciones

El conjunto bibliográfico que contiene informaciones acerca de los mapas antiguos de la Isla de Santo Domingo y sus autores es relativamente abundante, la dificultad de estas informaciones es que se encuentran totalmente dispersa.

Otro inconveniente es que en la actualidad muchas de las colecciones existentes no están abiertas al público y por lo tanto muy pocas personas pueden acceder a esta valiosa información, es por ello que realizamos las siguientes recomendaciones:

1.       La realización de un inventario y catalogación que nos ayude a identificar un aproximado de la cantidad de mapas que actualmente existen, dónde se encuentran y quiénes los coleccionan, sean estos coleccionistas privados, instituciones públicas y privadas.
2.       La realización de investigaciones y publicaciones que difundan la riqueza cartográfica entorno a la isla.
3.        Abogar por entrenar a los propietarios y custodios de estas colecciones en la adopción de medidas sobre el  cuidado preventivo a fin de mantenerlo en condiciones óptima de conservación.

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